El Banquete

Durante el siglo XIX y principios del XX los banquetes fueron acontecimientos no sólo sociales, sino también de vida política. Los políticos y hombres de negocios muchas veces preferían discutir sus asuntos en estas instancias, entre deliciosas preparaciones gastronómicas, licores y cigarrillos, que en las frías salas del Congreso Nacional.
La mayoría de los banquetes se realizaba en honor a diplomáticos, chilenos o extranjeros, políticos de trayectoria, miembros del Gobierno o de las Fuerzas Armadas, o bien, a artistas. El banquete giraba en torno a la comida, que se servía en medio de un ceremonial muy estricto. La moda que predominaba en Chile en esa época era la francesa, la cual establecía el servicio de cinco o seis platos, además de variados postres y licores. El protocolo indicaba que el anfitrión debía sentarse en el lugar de máxima importancia, a su derecha se sentaba el homenajeado, y a continuación, los restantes invitados en orden de importancia. El ofrecimiento del banquete, en el que se destacaban los meritos del homenajeado, constituía un elemento muy importante, así como la respuesta que debía dar el festejado, discursos que muchas veces causaban grandes efectos políticos o diplomáticos.
Frente a cada puesto se encontraba el Menú del banquete, escrito en francés, que informaba a los comensales cuáles serían los manjares que se les ofrecerían en esa ocasión. Cada Menú era una pequeña obra de arte, que llevaba inscrito el nombre o los símbolos patrios de los homenajeados en la fiesta. El Menú es el único recuerdo que los banquetes han dejado a las futuras generaciones. Gracias a ellos, podemos conocer cómo eran las costumbres y las formas sociales de aquellas personas que dirigían los destinos del país. Podemos saber cuáles eran los gustos de la época, pero también a quiénes homenajeaban y por qué razón. Los banquetes eran una interrupción del espacio cotidiano, pues los invitados debían vestirse especialmente para la ocasión y observar las normas sociales. Pero, por sobre todo, fueron instancias en donde se mezclaba lo público con lo privado: las disputas políticas con las buenas maneras, las alianzas parlamentarias con los compromisos familiares y los futuros noviazgos, la ausencia total de la mujer en el Congreso con su indispensable y reluciente presencia en los salones.
Texto e investigación: Javiera Errázuriz Tagle

1 comentario:

Anónimo dijo...

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